"Me acecha la noche y despierto inquieta. La mosquitera".
Eso es poesía japonesa, que tiene un nombre especial pero en este momento no recuerdo. Se trata de solo dar un par de frases que aluden a un instante y el lector hace el resto. Esta particularmente hace referencia a una mujer que despierta en mitad de la noche y ve la mosquitera. La mosquitera está puesta porque hace calor, y ella despierta inquieta porque está sola en mitad de la noche, y la mosquitera la hace recordar tiempos en que la compartía con alguien más. Algunos postulan que la mujer es viuda. Yo creo más bien que está durmiendo sola.
Todo esto para introducir lo que viví en Pto Montt. Que por más que lo cuente nadie podría entenderlo cabalmente.
Hablemos mejor de Claudio.
De que tiene alzheimer, es volado y desordenado (como yo). De que derrepente se acuerda que tiene que trabajar o, que yo tengo que trabajar/viajar.
De que es sordo del lado izquierdo (esto de las meningitis meningococicas de la vida), así que el muy pillo generalmente se coloca del lado derecho para escucharme cuando vamos por la calle, y eso no siempre corresponde con el manual de Carreño y me deja del lado de los autos y los curados.
De que saluda a sus plantitas en la mañana..."hola niñas"
De que apaga la tele o algo y se despide....jajajaja
De que me encanta su voz, al estilo de Don Jose Miguel Carrera
De que para él trabajar es un juego...y vivir también
de que para algunas cosas es como yo:
Que es un ladrón consumado y muy bueno
Que no tiene verguenza ni sentido del ridiculo
Que no se queda quieto nunca
Que es un trapero y tiene más zapatos que yo
Que puede soportar musica arabe si a cambio me ve mover las caderas
Que se enternece con los niños, pero sobre todo con las niñas pequeñas
De que sanó el moreton de mi pierna con un beso
De que desapareció de su oficina de gerente en el restaurant porque el mismo estaba cocinando los gnocci que pedí
......
No pensé conocer tantas cosas en tan poco tiempo, ni menos conocer a alguien que me aceptara sin poner ni una condición.
No pensé encontrar su contrato de trabajo tirado en el piso y darme cuenta de que empezó a trabajar en el restaurant justo el día que nos conocimos. Tampoco pensé en quererlo tanto a pesar de que puso a prueba mi ego una sola vez y me enojé mucho
Y una vez más todo se reduce a un instante.
A esa mañana en que Claudio reclamaba mi nombre dormido, inquieto. Apenas se entendía, pero me acerqué, puse mi cabeza en su espalda y respiró aliviado, pudo dormir en paz. Nunca había tenido ese efecto en alguien.
Esa mañana miré el techo y no había mosquitera.
Pero definitivamente di las gracias por estar ahí.