viernes, octubre 02, 2009

La familia de mi novia II: la llegada

Llegamos a Santiago city y a medida que avanzaba el bus, a Alexis le parecía todo nuevo y brillante. Yo le explicaba que era cada cosa, pero a mi me parecía todo de lo más natural y miraba con amor y curiosidad su cara de asombro.

Llegamos a la casa- el Alexis siempre tratando de ubicarse en las direcciones - y, previo suspiro, tocamos el timbre y entramos.

Mi mamá nos recibió bien, como siempre que llego con alguien, sea quien sea. Mi papá estaba afirmado en el balcón, pensando que llegaríamos por ese lado, pero no fue así. Alexis lo saludó muy formalmente y me sentí orgullosa del comportamiento de mi pololo. Mi papá se portó muy bien también, por lo que me tranquilicé.

A pesar de toda la buena educación y los buenos deseos, tanto mis papás como el Alexis estaban nerviosos y algo callados. Yo por supuesto les metía tema pa' la conversa, porque veía, desde el punto de vista del Alexis, que el quería conocer más de mis papás y ser aceptado, y por el lado de mis papás, ellos estaban temerosos-como siempre-de lo malo que pudiera pasar, y como yo le había adelantado a mi mamá que Alexis era ÉL elegido, se ponían más nerviosos con LA SITUACIÓN, como dice el Dr Vargas.


Así que sentaba cerquita mío al Alexis durante los almuerzos y las miradas de tele, como protegiéndolo, pero piola.

Eso fue el primer día (18 de septiembre) y aprovechamos de salir de la casa porque estaba el día super lindo y en la fonda del Parque O'Higgins había mucho que mirar, que comprar y que comer. Apenas salíamos de la casa, Alexis fumaba desesperado y se liberaba con un par de chuchadas de la tensión.

Gracias a Dios llegó el 19 de septiembre. En vez de ir a Fantasilandia fuimos a un motel (Le lovre, recomendable porque siguen con la antigua tradición de las 6 hrs.). Lo pasamos fantástico y en la tarde: la famosa parada militar.
Y ahí Alexis fue aceptado: los dos abrazados con mi papá viendo los aviones y sacándoles fotos gritando por el balcón hacia abajo....y hacia arriba.
De ahí en adelante todo fue un jardín de rosas.
El 20 de septiembre fuimos al zoológico y gozamos como niños con cada animal que descubríamos. Bajamos extenuados ese cerro. Comimos felices los tallarines boloñeses de mi mamá y al bus de nuevo.

Lo pasamos increíble!