lunes, enero 25, 2010

Tápame la boca

La habitación, inundada de humo.
Billie Holiday, cantando en buen jazz una canción quizás demasiado alegre para el momento.
La luz de la calle, abriéndose paso a tropezones entre las cortinas.
El sillón se sentía más mullido que nunca, igual que la bata rosada de felpa.
El silencio era maravilloso, y separaba, con distancias siderales a Félix de Andrea.
Ella veía desvanecerse y definirse intermitentemente los rasgos de la cara que decía, que sabía, que le dolía tanto amar.
Un océano de alfombra roja y latas de cerveza los separaba.
Félix había estado tomando toda la tarde, sin prestar atención a Andrea, quien tomó sus cosas y se fue a dar una vuelta...de 9 horas.
Cuendo ella regresó, el cuadro era el mismo: hombres tomando y fumando con música war metal de fondo.
Los echó a todos, con la manipulación típica de las mujeres.
Luego, tomó los cigarros que quedaban y los fumó, uno a uno, mientras sentía que se calmaba. Con el jazz a todo volumen, Félix era solo una silueta que abría y cerraba la boca.
Bajó la música y mandó a Félix que se fuera a acostar. Estaba mareado y ella no tenía ganas de estar cargando a nadie escaleras arriba.
Mientras él subía, la frase surgió por su garganta con la fuerza de un grito destemplado, y no lo pudo sostener entre los dientes
- Anda a acostarte, total, mañana va a volver a ser la misma mentira!
Y lloró.
Él Cd tocó todas sus canciones 2 o 3 veces.
Y luego calló, eternos minutos, tal vez horas, con la mano sobre la boca y un cigarro consumiéndose en la otra.
Porque era verdad.
Mañana, va volver a ser la misma mentira.
La misma mentira que a veces ella puede elegir creer: yo lo amo, él va a cambiar. Él me ama...
Y otras veces, simplemente la engaña una fuerza superior y cree que todo es mejor con él.
Caminaron las escaleras y se fueron a acostar.
Desde ese día, en determinados instantes, Andrea siente el alma vacía.