lunes, septiembre 28, 2009

La familia de mi novia: La previa

Alexis estaba más que feliz con la idea de ir a conocer a mis papás. A medida que se acercaba el día lo iban invadiendo los miedos y la nerviosidad. Le dí todos los consejos habidos y por haber, pero probablemente algunos estuvieron demás (y eso que le di como un tercio de los 20500 que tenía preparados: no fumes, no digas chuchadas, no poleras de cannibal corpse, no death metal, no dark metal, etc, etc, etc). Yo me hacía la valiente mental y emocionalmente, pero el cuerpo me pasaba la cuenta: me dolía la guata, nos dolía la guata, nos fuimos por el baño y en la víspera nos agarramos una candidiasis de los mil demonios (que picores! Señor, qué picores!). Me imagino que muchas ideas pasaban por la cabeza de Alexis y muchas cosas por su corazón. En mi había solo una imagen: la de mi papá humillando a tanto pretendiente y amigo anterior. Por alguna extraña razón, el individuo presentado como amigo y tratado como tal, a la tercera visita era tratado como pretendiente a pololo...cosa que aún no me explico. Evidentemente mis papás pensaban que no podía tener amigos varones, o que los chicos aplicaban la técnica del lobo vestido de oveja más a menudo de lo que yo me daba cuenta. Lo único que quería esque mi papá evitara las bromas corrosivas que tanto hirieron a mis anteriores pololos. Un solo y triste mérito hay que adjudicarle a mi padre: siempre daba en el clavo con el defecto que ellos más se empeñaban por ocultar. Ya fuera el porte, lo flaco de las piernas, las espinillas en ebullición, el examen de grado que no se atrevían a dar, el trabajo que no conseguían de acuerdo a la carrera y así...
La sola escena de mi papá echándole la talla terrible al Alexis y él mirando al piso...me desarmaba.
Cuando llegamos al bus, apenas puse mi cabeza en el hombro del Alexis, me dormí, alcancé a escuchar que mi amor me decía:
- Mira Ely, están dando una pelic...
-ZZZZZZZZZZZZzzzzzzzzzzzzzzzzzzz
(me dormí antes de llegar a Puerto varas y desperté...en Rancagua...jejejeje)

martes, septiembre 22, 2009

Lo que todavía no te cuento

Es cierto que fuimos al Da Alessandro. Principalmente para tentar al 11 de Septiembre y porque estaba antojada de las abundantes pastas que allí cobran vida. Y porque tenía plata y quería ser la hembra dominante. Y para que no volvieramos tan borrachos a la casa. En fin.

Lo que no te dije es que Claudio trabaja ahí. Yo pensaba que se había ido de la ciudad, hasta que el otro día lo ví. Pensaba que se había ido al restaurant de la nieve, como había dicho. Por último, pensé que no iba a estar en turno. Todo esto para explicarte que fuimos al Da Alessandro porque es mi restaurant favorito, y porque pensé que el Claudio no iba a estar. De hecho, cuando nos trajeron los jugos recién apareció , probablemente, porque alguna de las garzonas (que mujeres más copuchentas no hay, excepto las viejas materas) le fue con el cuento. Y se paseó entre las mesas, como si no pasara nada. Te miré y me cuestioné si realmente tomé una buena decisión. Pero cuando me trajeron ese plato rebosante de spaghettis y mariscos, se me olvidó. La cara de cumpleaños tuya era insuperable, comías con muchas ganas. Fuiste inteligente y no preguntaste para que era el aguamanil, más bien me copiaste lo que hacía.
Te escapaste al baño como quien juega a la escondida. Después fui yo. Y nos matábamos de la risa. Cuando crucé el pasillo, unos ojos me cercenaron, pero avancé triunfante, porque ya no me hacían daño. A la salida del baño, ya iba con ánimo dispuesto a perdonar cualquier falta y ofrecer mi amistad a Claudio, total el amor que me das tú ya me ha curado todo. Me acerqué a saludarlo, pero se echó para atrás como una serpiente de ojos amarillos que se encuentra de casualidad con otra serpiente, como esos niños tímidos en el colegio, que mientras más les preguntan algo, más mudos se ponen y se pegan a la pared-o la silla- más cercana que tengan. Le sonreí y pasé de largo-entendí que no quería hablar-y vi como el resentimiento se pintaba en su cara. Me dio risa. No fui yo la abandonada en la costanera, borracha, a merced de los perros?. No fui yo la que entregó y no recibió?, no fue él el cobarde que me despachó por mail??.
Y sin embargo Claudio era el enojado, el que no se dignaba saludar, como que estaba invadiendo su territorio, o como que se resentía porque se acababan las posibilidades conmigo...cómo es posible que haya pensado que aún existían posibilidades?

Tú y yo terminamos de comer y nos fuimos. Me tocaba pagar la cuenta a mi y la cara que puso la garzona me indicó que les iba a contar eso a todos. Para lo que me importó. También me dio risa. Fuimos a calentar la moto afuera, mientras prendíamos un cigarro y nos seguíamos riendo. La sombra de Claudio apareció a mis espaldas y sé que miraba la moto, y como echaba el humo del cigarro por la nariz- como los rastafari-. Tú te despediste de Claudio, y yo lo dí por despedido sin hablarle.

Nos fuimos en la moto y aún no se si sabías que el Claudio que amé era él.