Malagradecida I: Para Javi

A veces uno se pone malagradecida. Y ni se da cuenta, hasta que le toca ver la otra cara de la moneda, o como digo yo, el otro lado de la tortilla. Por que han de saber ustedes que las tortillas se hacen de vuelta y vuelta y de esas si que tengo muchas.

Todavía no se acaba septiembre y hace unos días vino un amigo a verme. Él necesitaba desahogarse y conversar, estaba tratando de sacarse la mierda del alma. Ya había tomado la decisión. Y yo, como feliz exponente de lo que es cruzar ese maldito río sin morir en el intento, le explicaba desde mi orilla verde que aunque sintiera que se hundía cada vez más, eso es parte de llegar a la otra orilla. Me miraba...si, "cómo chucha lo hago sin sufrir" "no se puede". Yo que me quería tirar al río y él que se ofrecía a los autos en la carretera, cosa que nunca se me ocurrió en mis planes suicidas...por suerte, porque es más efectivo que tirarse al mapocho y quedar en la teletón para siempre. En fin. Dos personas con experiencias parecidas compartían y yo le daba ánimos a mi amigo, pero sobre todo lugar para que dijera lo que tenía que decir.

Hace algunos años por estas fechas, yo también conté con esa ayuda, justo cuando ya había decido NO tirarme al río. Ahi estaba la Javi, del otro lado ya, diciéndome que se podía. Cada cierto tiempo preguntándome empáticamente: "cómo estai?". Que le había pasado algo parecido, con el mismo sufrimiento y que no murió en el intento. "Bueno entonces yo también puedo" pensé. Y aquí estoy. Vivita y culiando...osea coleando, jaja, si también yaaaaaaaa.

El punto es que nunca supiste lo importante que fuiste washi y yo no te di las gracias. Y ahora que mi amigo me ha agradecido, me doy cuenta lo importante que es.

Así que Javi, washita linda: GRACIAS!, me ayudaste a salvarme, que no es poco.