No todo es tan malo...

Hoy me levanté, como tantos otros días. Comí con hambre. Me lavé el pelo. Y caminé por la calle con paso rápido sientiendo el frío.

Y ahí estabas tú, con el pelo cano asqueroso de cochino, peinadohacia atrás a la gomina y esos bigotes que parecen cuernos de búfalo. Creeme, a Dalí le quedaban bien, a ti no.

Muchos te encuentran pintoresco, gracioso, parte de la cultura y mitología del barrio beaucheffiano, así como lo es luchito mono y el viejito de sistemas. O los faroles que se apagan justo cuando caminas bajo ellos.

Muchas universitarias forman corro a tu alrededor, escuchando tus opiniones. Eres la envidia de los pobre ingenieros, que no hayan forma de acercarseles. En la noche, una ronda de botellas de cerveza forman corro a tu alrededor. Una vez más, eres la envidia de los ingenieros que no pueden tomar tanto y no entienden de donde sacas la plata.

Tienes algo bueno, debo reconocerlo: el don de la palabra hablada. Don que se me ha negado, ya que no consigo satisfacer a oídos exigentes, mas bien, no puedo evitar meter las patas. Solo puedo suponer que a veces tengo el don de la palabra escrita.

Usando tu don has puesto de tu parte a los vecinos de tu edificio, a los carabineros, los conserjes, al caballero que reparte los diarios, al que recoge la basura, a los mismos ingenieros cuando te sobra cerveza, a las chicas bellas...

A mi no.

A mi me has dicho todas las estupideces calientes que te ha dictado tu estado de interperancia. Te has avalanzado sobre mi en plena calle lanzando frases incoherentes. Y, como olvidarlo, me cantaste "embustera" en plena panaderia del supermercado.

Me has mirado. Y no soporto que me mires lascivamente. Dejas de hablar cuando paso y todas tus nenas se dan vuelta a mirarme, haciendo obvio el gesto. En la noche, cuando regreso del trabajo, lo mismo, pero esta vez son hombres los que te acompañan...y luego murmuran.

No importa con quien pase, ahi estas. Y no importa lo que haga, ahi te pones a mirarme...lascivamente.

Y yo paso con una rabia sorda que se percibe y se queda en el aire tanto como tu calentura.

Hoy pase frente a ti, un poco despidiendome de todas las cosas familiares. Empezando mentalmente a cambiarme de casa y de vida...y te vi.

Te mire directamente a los ojos y sonrei...

ME VOY VIEJO CONCHETUMAREEEEEEEEE

Y NO TE VOY A TENER QUE SOPORTAR NUNCA MAS.

Me miraste atónito. Obviamente prefiero disfrutar este placer todas las mañana que gritartelo a la cara.