El Maldito miedo que lo pudre todo

Aquí estoy con la guata apretada.
No se puede olvidar todo.
No se puede tener todo.
No se puede controlar todo.
Ojalá me hubieran enseñado esto- y no lo contrario-cuando era chica.
Me quedé sola en la pieza del Claudio y antes de que me diera cuenta me encontré revisando su celular, sus cosas, los papeles escritos que tiene tirados por ahí. Ahora que me agregó al facebook no pude evitar mirar con ojos torcidos cada mensaje del muro...
Que pastela. No puedo ser así. No puedo hiperventilarme porque figura como "soltero" en una página de internerd, cuando yo aparezco en las mismas. Obvio poh! si nadie le ha pedido pololeo a nadie...
Para eso fueron creados los constructos mentales, los compromisos, para dar falsa sensación de seguridad. Cuantas mujeres, como yo, habrán descansado en los laureles del pololeo mientras el hombrecito azul les ponía el gorro a diestra y siniestra. Y que dolor eso!

Estar con Claudio significa muchas cosas. Al final de cuentas es un desafío. Para estar con él mucho tiempo más-como quiero- es necesario un cambio de switch radical.
Practicar lo que he estado predicando a más de alguna congénere de especie atribulada despues de un gorreo: que el amor se hace de instantes y en cualquier instante se puede ir todo a las pailas.

Como lo que siento me empuja a ver esa imagen tan loca que durante años me ha mirado desde el espejo: esa Ely que ha sido aminorada, aguada y amortiguada por la crianza cientifico-militar de sus padres. Esa parte loca, artista, rockera y liberal. Esa parte kamikaze que escapaba años ha cuando los papás no estaban....

Por eso me da miedo. Porque con Claudio soy la misma, pero agregando esa parte que ya casi se anquilosaba...y me gusta.

Debería dejar de pensar en controlar todo. Y punto
Debería dejar de pensar tanta webada y dedicarme a quererlo no más, aunque me lo persigan rucias desteñidas...aunque tenga miles de amigas...que cresta pasó con mi seguridad!.

Bueno, eso tampoco existe. No existe la seguridad.

El miedo si existe, pero ya lo estoy pisando, como las baratas que salen de noche en la calle.


Una noche, Claudio creyó que hablaba solo. "Te amo", dijo.
Después, lo abracé intentando responder, pero se dió cuenta que lo escuchaba y aunque carraspeó, tosió y negó con la cabeza, las palabras ya estaban ahí.

No importa Claudio, tú no tengas miedo. Yo también te amo. Mal, pero te amo. Ya aprenderé a confiar y lo haré mejor.

Espero tener suerte.